sábado, 28 de agosto de 2010

Los burros a rayas de Gaza


De nuevo en Polonia por tercera vez este año. Llueve mucho en esta mañana de octubre a día once. Aquí se debe de gastar más en paraguas que en España en jamón serrano. El hotel Mrowka (que significa hormiga en polaco) en el que estamos alojados, se encuentra a las afueras de Varsovia. Anoche había una boda por todo lo alto cuando llegamos a la una y media de la madrugada de cenar con Krzysztof y Katia la traductora, en un típico restaurante polaco con música en directo, donde la gente, entre morcilla y codillo con col fermentada, bailaba como posesa al más puro estilo discotequero de los años setenta.

Quizás el movimiento eléctrico de los danzantes sea el resultado de la sopa de remolacha al agitarse en el estomágo con el vodka Chopin, pero esto tan solo son, a falta de estudios más riguroso, meras conjeturas.

El olor a tabaco subía expeditivo hacia las habitaciones, encontrando fácil acomodo en mis prominentes fosas nasales, de tal forma que parecía yo el padrino de los novios, y me hubiese fumado los puros sobrantes, por no tirarlos.

Al levantarme de la cama, he vuelto a ver en televisión, aunque esta vez en polaco, la noticia sobre los burros pintados de cebras del pequeño zoológico de Gaza en Palestina. Me ha resultado muy curiosa esa noticia, ya que si tuvieramos que pintar en mi país a todos los burros, lo que nos costaría mas que nada, no sería la pintura -que habría que preparar mucha- sino el esfuerzo de sacarlos de sus flamantes Mercedes Benz y de los bingos, porque una vez que se meten dentro cuesta un trabajo enorme sacarlos de ahí.

Los burros han aceptado muy bien el cambio de look, lo que pone en entredicho su mala fama de testarudos. Se ven muy lindos con las rayitas, que al parecer las han hecho con un tinte francés, para darle de ese modo, más glamour a la performance.

Lo triste para ellos es ver como disfrutan los niños con el engaño. Por lo que se entiende que a veces, una mentira puede ser más interesante que una verdad, o al menos tener un resultado más apetecible. Los niños no se dan cuenta del engaño, motivado por la muerte de las auténticas cebras en un bombardeo israelí, y son tan felices. Los infelices son los burros, que tienen que asumir el resto de sus días disfrazados de cebras.

Después de todo el día trabajando, de nuevo, llego extenuado al hotel. Mientras me desvisto, enciendo el televisor y me encuentro, otra vez, con la noticia de los burros a rayas de Gaza. Como esto siga así, estos burros se van ha hacer más famosos que Platero.

¡Menuda burrada! ¡Cómo llueve en Varsovia! Desde la ventana de mi habitación, veo a la gente cruzar la calle corriendo, mojándose por el paso de cebra. ¡Qué burros! ¡Van sin paraguas! ¡Se van a empapar!

Tras un día tan duro de trabajo, quë bien me vendría a mí, ahora, un buen bocadillo de jamón serrano, y estar un buen rato descansando mientras veo llover con mi pijama de rayas.

2 comentarios:

  1. definitivamente me gusta tu manera de escribir es todo un arte, como me gustaria ver al mundo con los ojos de un trotamundo pues asi es como se vive la vida atra vez de tu puño.

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  2. Jajajajajaja.... casi pude ver todo a traves de tus ojos.
    El desconcierto, la ironia y el humor.. de todo eso y más esta comprendido cada viaje tuyo, que puedes comparar las distintas realidades. Ahora que... amigo mio, no te recomiendo un pijama a rayas ..jajajaja no estilza jajajajajaja.. besos

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