miércoles, 12 de octubre de 2011

Soul Box





























Tras este nombre tan poético: "La caja del alma" se esconde el lugar de copas de moda de Vilnius, la capital de Lituania. El país del baloncesto.

Las chiquillas acuden a este local en busca de su alma gemela, de su media naranja, o como se le quiera llamar. La cosa es que los príncipes azules escasean, y las pobres, desesperadas, se arriman al primero que les lanza una sonrisa, más aún si este tiene acento extranjero.

Vilnius es una ciudad muy recomendable para el turismo. Su casco histórico y su barrio de viejas casas de madera protegido por la Unesco, donde se asentaba, antaño, la colonia polaca, convive entre nuevas moles arquitectónicas con los diseños más vanguardistas que podamos imaginar.

La comida es todo un lujo pese a lo económico de su precio. Sería recomendable, si vienen a pasear por el viejo barrio de casas de madera, que comieran en el restaurante Zveryno Smuklé, no se arrepentirán. Tienen carta en inglés, pero las fotos de los platos les ayudará mucho a elegir. Lo peor es que te lo quieres comer todo.

Mientras degustaba una riquísima sopa, he vuelto a recordar el nombre del local de copas: "La caja del Alma". No sé si el alma se podrá meter en una caja. No sé si el alma existe, tan siquiera. En mi colegio de curas, curatos, padre de mi Juan y de mi Paco, nos decían que al morir, nuestra alma se iba al cielo, si habíamos sido buenos, y al infierno, si habíamos sido malos. Entre cucharada y cucharada, mientras la camarera de orígen ruso, no me quita el ojo de encima, me he preguntado cuántos banqueros arderán en el infierno y si habrá suficiente combustible para meterlos junto a los impulsores del odioso neoliberalismo salvaje, que tanto vilipendiaba al papel regulador de los estados, y ahora, caprichos de la fortuna, son los estados y por extensión sus ciudadanos los que tienen que pagar el pato y la guarnición.

La economía actual es la mierda más grande que el hombre ha inventado nunca desde que se pintaron los bisontes en Altamira.

Aunque parezca lo contrario, he viajado a Vilnius a trabajar. Creo que en esta ocasión, voy a tener más suerte y conseguiré mi objetivo.

Llueve de nuevo. El rio Neris no esta completamente congelado como la vez anterior que lo contemplé. Ni tampoco, por suerte, hace los veinte bajo cero que hacía aquel día.

Eso de meter el alma en un caja, me suena como a meter lo cojones en el cajón de la mesilla de noche. Pura palabrería. Lo que es incontestable es la belleza de esas chicas. Solteros del mundo, agarrad un avión y venirse para acá, ya estaís perdiendo el tiempo.

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