domingo, 13 de noviembre de 2011

La escalera de la vida



A veces me siento inútil. Cuando esto sucede, recuerdo los inviernos fríos en los que me arrinconaba junto a la vieja cafetera italiana del Bar Josepe y me liaba a poner carajillos. Allí me reconfortaba con el calorcito que expandía la máquina de hacer café desde sus retorcidas y húmedas resistencias.
Cuando me siento inútil, añoro lo sencillo y detesto la complejidad. Pero luego, como un martillo pilón que golpeara mi conciencia, espabilo y me digo a mi mismo que: para atrás, ni para tomar carrerilla. 
Cuando me siento inútil, lo percibo todo como una carrera de obstáculos. Ahora una valla, luego una ría con agua fría, más adelante una pista de arena, después otra valla, y, más adelante, el pelotón intenta arrollarte a base de codazos y empujones. 
Cuando me siento un trasto, la sensación de que mi hígado es un calcetín doblado del revés se me acrecienta. Se me inflama como un balón de cuero aburrido de que lo arrastren por el lodo, harto de patadas . Como un viejo lobo herido que busca guarecerse en alguna abrupta y escarpada cárcava, a la espera de que le regresen las fuerzas, cicatricen sus heridas, y decida, de una vez por todas, hacía dónde va a encaminar sus  ya escasos y cansinos pasos.
La vida es como una escalera infinita. Los primeros pasos son joviales e inocentes. Posteriormente, las piernas adquieren fuerza y te crees el amo de la escalera, incluso algunos, hasta se plantean franquiciar escaleras para someter a los demás para que suban sus escaleras como a ellos les apetece. Imponen formas y estilos cobrando peaje.
Pasada esa etapa de soberbia, la escalera va perdiendo intensidad y belleza, se torna más compleja y los planteamientos que creíamos dominar se nos escapan como el agua entre las manos.
En el último tramo, cada escalón es un suplicio, un esfuerzo, un recuerdo y un dilema, en el que no sabemos si realmente necesitamos seguir forzando nuestros músculos, para ascender un peldaño más, o por el contrario, lo mejor sería quedarnos ahí o tirarnos al vacío.
Ayer hablé con un señor que encontré sentado en un escalón. Abrazaba sus piernas como un niño enojado y admiré su flexibilidad. 
-Señor: ¿Sube o baja? -le pregunté inocentemente.
-Eso estoy pesando desde hace varios días. No tengo fuerzas para continuar subiendo. Tampoco se lo que hay ahí arriba. No he visto a nadie  regresar. De tal modo que, me estoy planteando, el quedarme aquí viendo a la gente pasar.
-¿No piensa usted que sería mejor, intentar un último esfuerzo y que lleguemos juntos hasta donde se supone que debemos llegar?
-¿Realmente usted piensa que debemos de cubrir ese último y pesado tramo? -me preguntó un tanto incrédulo.
-Usted mismo lo dijo antes, todos suben y nadie baja. Es evidente de que ese es nuestro destino como humanos -expuse yo, sin saber realmente el contenido metafísico de mi respuesta.
-Si me acompañas, voy contigo -me propuso el señor con una enorme sonrisa.

Después le ofrecí mi mano, se incorporó y comenzamos a subir despacio aquellas escaleras que, súbitamente, adquirieron una luz más resplandeciente.
Mientras subíamos, escalón tras escalón, esfuerzo tras esfuerzo, sin que hiciera falta hablar, los dos nos dimos cuenta, que lo que realmente nos ocurría era que nos sentíamos solos. En compañía, todo adquiría otro sentido. El rol de viejo lobo solitario, es quizás un rol adecuado para especies menos evolucionadas que la nuestra.
Nuestra sociedad, es lo que es hoy, por el gran valor que tiene, para nuestra especie, vivir en compañía. Juntos podemos, en solitario nos comerían las alimañas.
Cuando las personas llegan a ser líderes se encuentran en la tesitura de tener que definir su estilo de liderazgo. Hay líderes que sólo pretenden serlo y, por el contrario, hay líderes que lo son para mejorar y engrandecer a los demás. 
He pensado dejar de escribir, por el momento, y continuar subiendo. Pretendo seguir acompañando y que me acompañen. Hay mucha gente maravillosa que merece la pena.

1 comentario:

  1. Ante tu filosofia amigo solo te dejo un pensamiento que una vez quizas lo escuche, quizas lo invente pero que ha servido para reflexionar " LOS PROBLEMAS SE HICIERON PARA ACABAR CON ELLOS Y NO PARA QUE ELLOS ACABEN CON NOSOTROS" Es talves otra manera de subir o bajar las escaleras.

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