domingo, 28 de julio de 2013

Interruptus


Hoy, al levantarme, justo antes de prepararme el desayuno, e inmediatamente después de abrir todas las ventanas y puertas que dan acceso al exterior de mi casa, en un impulso espontáneo, he revisado todos mis archivos inconclusos repletos de relatos, cursos y hasta una novela en avanzado estado de gestación. Todos interrumpidos. Congelados. Postergados. Y haciendo alarde de mis amplios conocimientos del latin: interruptus. Como el coito, sí. Como la marcha atrás de toda la vida, vamos. Pues así estaban los pobrecitos.
Me he asombrado de la capacidad que tengo de dejar a medio las cosas, aunque luego, para no flagelarme demasiado, he pensado que, en realidad, son más las que termino que las que dejo en mitad de la nada. 
Las vacaciones, que ya están cerca, también son un interruptus. Un tiempo muerto a caballo entre el todo que nos atropella y la nada que nos atropellará. 
Las interrupciones marcan, queramos o no, nuestras vidas. 
Interrumpimos nuestra infancia para adentrarnos en el resbaladizo terreno de la adolescencia, en la que estamos locos por ser adultos para luego aparentar ser jóvenes, y, sin darnos cuenta, se nos pasa la vida entre interruptus varios plagados de renuncias y tropiezos, nos hacemos viejos, y a tomar por culo.
Es vox populi que para muchos de nosotros, el interruptus fue la forma magistral de comenzar a sentirnos adultos porque nos daba mucha vergüenza ir a comprar condones.  Luego durante la vida, que se nos pasa a la velocidad de un rayo streak, interrumpimos muchas cosas porque nos da vergüenza ir a por ellas, o por el qué dirán, o por el yo que sé...
Perdón que interrumpa aquí el relato, pero es que estoy viendo pasar, por encima de mi cabeza, un desfile de nubes interrumpidas que es una auténtica maravilla. Estos fenómenos son dignos de observación, tan digno como mirarnos el motivo por el cual, con frecuencia, renunciamos a tantas y tantas cosas. Por mucho que yo quiera disfrutar de este maravilloso fenómeno meteorológico, por mucho que quiera secuestrarlo, tengo que reconocer que es como un coitus interruptus. Igual que llega se va.
Carpe diem. Aprovecha el momento. ¡Joder como mola el latín!

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