domingo, 28 de septiembre de 2014

Relación tecnofilial


No se diferencia mucho este blog del diario de un adolescente. Mi pretendido Magazine adquiere forma sin mi permiso, como si dispusiera de vida propia y él mismo decidiera sus derroteros y sus contenidos. En todo este tiempo de existencia, sólo tengo una cosa clara: él me necesita a mí y yo lo necesito a él. Las ausencias no nos favorecen a ninguno.
Sin pretenderlo, formamos una pareja de hecho. Una pareja que se habla, que se escucha, y que, de pura necesidad, se quiere.
Este blog terapéutico alivia mis tensiones y me ayuda a fortalecer y definir mis posiciones ideológicas desde el mismo momento que me obliga a escribirlas negro sobre blanco. Se dice que todo discurso se construye hablándolo. Cuanto más se habla, más se define y perfila, más fuerza y más concreción adquiere. De ese modo, el discurso y el ponente se retroalimentan en un bucle sinfín.
Como amante de las ventanas del mundo, a las que me asomo desde cualquier posicionamiento GPS del globo terráqueo, tengo que reconocer que esta es mi gran ventana, una ventana que me acerca a no sé quién ni para qué, pero que me une a una humanidad invisible, difuminada, pero necesaria: mis lectores.
Mis lectores son escasos, lo sé, apenas unas decenas, a veces hasta unos cientos, da igual la cantidad realmente, en el fondo pienso que escribo para él y para mí, escribo para mantener esta extraña y contemporánea relación tecnofilial. Él gusta de ahondar más en la filosofía y yo en magnificar la cotidianidad. 
En más de una ocasión he sentido la necesidad de poner punto y final a esta inverosímil relación. De tirar la toalla. De evadirme de las palabras que me persiguen. De huir de los relatos que, como un torbellino, afluyen a mi mente pidiendo permiso para existir como una avión pide permiso para aterrizar. De acabar con este universo invisible de dependencia. Un mundo etéreo como una neblina otoñal. Un espectro paralelo que me persigue como una segunda sombra, que me acompaña, que me vigila, que me provoca y que me propone sin descanso.
Yo quise crear este blog y, en realidad, él es quien me está creando a mí. 
Ni la vida, ni los caminos, ni los blogs, nos acercan adónde nosotros soñábamos, nos llevan hacia dónde ellos caprichosamente quieren. Te pongas como te pongas.
A veces, como hoy al levantarme, no sé muy bien si soy yo, o soy él.


4 comentarios:

  1. Querido amigo, que interesante reflexión, lo cierto es que soy algo enemiga de las redes sociales, de las selfies, de esta cultura que lo expone absolutamente todo.
    Sin embargo, estos espacios de reflexión y de compartir pequeñas cosas acortan distancias y producen encuentros que no serian posibles de otra manera. Todo tiene su lado bueno y ... su lado menos bueno, jajaja. Un abrazo, S.

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    1. Los blog son otra cosa. Son como un gimnasio mental. Una terapia permanente. Una autoreflexión continua. Al menos el mío. Un saludo.

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  2. No veo ese momento de rendición con el cual amaneces algunos días , no te lo podría perdonar , tu me metistes en esto y me queda mucho todavía por aprender
    Saludos

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    1. Mientras tenga lectores como tú, Mario, no tendré más remedio que seguir escribiendo. Un abrazo.

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