sábado, 10 de enero de 2015

¡Guau!¡Guau!



Tras unos días en los que por haberme atragantado con una albóndiga de bacalao he estado un poco depresivo, les diré que, como el Ave Fénix, he vuelto a renacer de mis cenizas.
Soy, por tanto, y para vuestro martirio, un hombre nuevo. Reestilizado y purificado por el fuego de la mitología. Pasado el mal trago de la albóndiga asesina me siento en disposición de seguir tirando, tanto de este blog, como de mi ajetreada existencia. O, al menos, esa era mi intención.
Y en eso estaba, hasta que ayer, por necesidades del guión, me tuve que poner de traje y corbata...
Salí a la calle y, tras unos primeros minutos en los que me estuve peleando con el cuello de la camisa, me paró una señora muy dicharachera, con una llamativa verruga en la nariz, preguntándome por el Hospital General. Mostrándome muy diligente, le dije que, dos calles más allá, girara a la derecha, luego que avanzara quinientos metros, y tras torcer nuevamente a la derecha, se daría de bruces con la puerta principal del hospital.
Luego, sin más preámbulo, me contó que ella se dedicaba a cuidar enfermos, y que, si yo lo necesitaba, de manera excepcional, también podría cuidar a algún hombre sano como yo. Dicho lo cual, me guiñó un ojo.
La verdad, no sé ni por qué ni cómo, pero esa mujer me paralizó. Mis pies no conseguían avanzar. Me sentía clavado en aquel paso de cebra, mirando la cara redondeada de aquella señora que me había abducido, bloqueando mi capacidad motriz. Y a su verruga, claro.
Se le ve a usted buen persona. Yo le cuidaría como una segunda esposa, o una segunda madre, o una tercera abuela, suponiendo que usted conserve aún a las otras dos, cosa, por otra parte, muy poco probable por su edad.
Me di cuenta de que mi capacidad fonética también estaba neutralizada. Ella me miraba con unos ojos felinos, y una ternura arrolladora. 
Usted necesita poner a una mujer como yo en su vida. Soy muy consentidora y mimosa. Lo mismo le puedo freír una corbata que plancharle un huevo. Sería su señora en la calle y su puta en la cama. Soy lo que andaba buscando inconscientemente esta mañana fría de enero. Lo veo en sus ojos, necesita de mi calor y de mi experiencia.
Les aseguro que yo quería hablar, decirle que se equivocaba, salir corriendo de allí para llegar al evento al que tenía que asistir, pero me sentía como una estatua de sal.
Espere, me dijo, no se vaya aún que le voy a poner bien la corbata. Yo seguía inerte. Ella me agarró fuertemente por la corbata y, pegando un fuerte tirón, me arrastró hacia el suelo. Sólo recuerdo que caí a cuatro patas y ella tiró de mí como si tirara de un perro. Por primera vez en mi vida me sentí como un viejo pastor alemán sin ser de Alemania ni ser pastor. 
Ves, lo que yo te decía: necesitas que te dominen. Hace años que sueñas conmigo sin saberlo. Tienes mucha falta de palos... Yo recuerdo que ladré para negar tal derroche de locura. No podía hablar pero sí ladrar. Recuerdo que avanzábamos por una calle de árboles muy altos. Yo desde abajo, miraba su culo enorme, como el culo de nuestras madres o el de nuestras abuelas, y eso me daba cierta seguridad. Al pasar junto a un árbol, sentí un olor extraño que me puso muy nervioso y excitado, de tal modo que mi pierna derecha de manera incontrolada se elevó, y sacándome el pene en plena calle meé sobre aquel tronco rugoso sintiendo una extraña sensación de felicidad y plenitud.
Vas a ser un perrito muy bueno -me dijo mi dueña y señora mientras me acariciaba las orejas. Yo le dije guau, que era la única onomatopeya que era capaz de articular. Más adelante vi que venía otra señora arrastrando a mi amigo Lorenzo de la corbata. Sin embargo, al pasar por mi lado, mi amigo de toda la vida me enseñó los dientes y me ladró como loco. Parecía rabioso. Yo intenté meter mi cara en el culo de la señora que lo arrastraba, pero mi dueña me lo impidió. ¡Tú vas a meter sólo el morro en mi trasero! -me dijo muy enojada. Yo ladré dos veces poniendo carita de perro bueno. Por minutos me sentí más perro y menos humano...
De pronto, sonó el despertador. Sobresaltado, abrí los ojos de par en par y me dí cuenta de que acababa de sufrir la primera pesadilla del 2015. Casi nunca recuerdo lo que sueño, pero miren ustedes por dónde, esta la he recordado con pelos y señales.
¡Guau! Año nuevo, vida nueva.

4 comentarios:

  1. jajaja, esa fue la primera risotada del 2015, gracias.

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  2. uffff!!! espero que la señora no fuera tu "musa" eh? que te visita en sueños...
    Gracias por seguir aquí. Un abazo muy muy fuerte.

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  3. Me meto en el relato y te veo en tan rara situación. No se si la próxima vez que te vea pueda evitar las carcajadas cuando te mire a los ojos y me vuelva a meter en este relato

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  4. Vaya ni en sueño pierdes tu encanto amigo que hasta las damas de tus sueños o pesadillas te quieren dominar jajajajajajaja gracias José como siempre magistral.

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