jueves, 24 de marzo de 2016

Hay que joderse, Estanislao


Los aviones son el lugar ideal para escribir, se lo aseguro. Siempre y cuando el pasajero, o a la pasajera, que viaja a su lado se lo permitan...
-¿Qué está usted escribiendo, señor? Desde que salimos de Varsovia me he fijado y no ha parado usted ni un momento de escribir -dijo la chica de cara angelical, piel aterciopelada, cabello rubio platino, y ojos color lapislázuli, que se había sentado a mi lado como si el destino me tendiera una cuerda para salvarme del ostracismo emocional en el que me hallo inmerso.
-Escribo un relato. Hace tiempo que me dio por esto, lo mismo que antes me había dado por hacer collages, y antes por hacer punto de cruz -le expliqué a la joven-. Aprovecho el tiempo muerto de los vuelos para escribir, así se me hacen más cortos los trayectos. Mi vida transcurre entre trayecto y trayecto.
-A mí me encanta leer pero creo que sería incapaz de escribir nada coherente y que le pudiera interesar a alguien -confesó la joven.
-Todo es cuestión de proponérselo. Yo antes no sabía escribir una o con un canuto -le dije para motivarla.
-¿Y cuál es su escritor favorito? -me preguntó con desparpajo, como si esa incipiente amistad fuese cosa de toda la vida.
-¿Cómo te llamas, jovencita? -me interesé por su nombre, antes de proseguir intimando con ella.
-Alejandra -me respondió. ¿Y el suyo, caballero?
-Estalislao -le respondí, diciéndole el primer nombre que se me vino en ese momento a la cabeza.
-¿Estanislao? -repitió sorprendida. Ese nombre es eslavo, nunca pensé que en España hubieran Estanislaos. Pensé que todos se llamaban Pepe.
-Jovencita, por favor, a ver cómo se lo explico sin ofenderle, en España tenemos de todo -le garanticé.
-¿Cuál es su escritor favorito, Estanislao? -me volvió a requerir la princesa polaca.
-Pues, querida Alejandra, tener que elegir a un sólo escritor de entre los muchos que me agradan no es tarea fácil -sentencié.
-No me llamo Alejandra, me llamo Aleksandra, con ka y con ese -me corrigió la musa de mis próximos relatos y del resto de mi vida.
-Pues eso, Ale, para abreviar, no sabría decirte...
-Haga ese esfuerzo por mí. Intuyo que usted es un hombre interesante, e igual de interesantes han de ser sus lecturas, y sus escritos, y sus fantasías -me espetó la joven cosaca dejándome totalmente descolocado.
-Me dejas sin palabras, jovencita. No están hechas las flores para la boca del burro -le solté esa frase biensonante, para hacer méritos, como le podría haber soltado otra cualquiera de las muchas que siempre guardo en la recámara para ese tipo de situaciones.
-No le entiendo, disculpe. Aunque estudio español en el Instituto Cervantes de Varsovia, desde hace más de tres años, y tengo las mejores clasificaciones de mi promoción, he de confesar que me pierdo un poco con determinadas frases hechas y más aún con sus refranes -me confesó la miss Polonia, mientras se atusaba con coquetería el cabello.
-Olvida esa frase, Ale. Son muchos los escritores que me gustan, pero le citaré tan sólo a cinco de ellos: el español Juan José Millás, el japonés Haruki Murakami por culpa de una tal Elena Marqués, pero esa historia no viene al caso, la escritora belga Amélie Nothomb, el franco-libanés Amin Maalouf, y, por último, le citaré al guatemalteco Eduardo Halfon que no es aún tan conocido como Vargas Llosa pero lo terminará siendo.
-Espere, por favor, que estoy tomando nota -dijo mientras escribía atropelladamente sobre la pantalla de su Iphone. ¿Y no le gusta ningún escritor de mí país? -se interesó.
-Slawomir Mrozek siempre estuvo entre mis favoritos. ¿A usted le gusta Mrozek, señorita? -le pregunté a la diosa sin mácula de aquel avión.
-Mucho, Estanislao, he leído todos sus libros. A mi padre le apasionaba -me confesó.
-Yo he leído todos los libros que le han traducido al español -le aclaré.
-¿Y no le parece demasiada casualidad que de entre las ciento ochenta personas que volamos en este avión, los dos únicos pasajeros que se han leído toda la bibliografía de Mrozek nos hayamos sentado juntos? -me planteó mi incomparable compañera de viaje.
-Creo que es una señal que nos manda el destino -le confesé con asombro.
-¿Está usted casado? -me interrogó.
-No. Llevo soltero desde que nací -le aclaré.
-¿Y no le apetecería vivir una temporada con una jovencita como yo? -me propuso poniendo cara de no haber roto un plato en su vida.
-Le juro que es lo primero que pensé cuando la vi sentarse a mí lado -le confesé, no sin cierto rubor.
-Yo creo mucho en el destino. De hecho, ayer soñé que conocía a un señor español de unos cincuenta años, que se llamaba Pepe, y que me iba a vivir con él. Lastima que usted se llame Estanislao -me soltó convirtiéndome, de ipso facto, en una estatua de sal.
-No Ale, antes le gasté una broma. No me llamo Estanislao, me llamo Pepe, se lo aseguro. Déjeme enseñarle mí pasaporte -le dije temiendo perder el premio gordo que me había ofrecido la vida y que yo solito estaba apunto de malograr.
-Lo siento, señor, ya no es lo mismo. Usted me ha fallado. No me gusta la gente que anda con jueguecitos -dijo condenándome a pena de soltería perpetua.
-Por favor, Ale, recapacita. Soy el hombre que necesitas para que tus sueños se hagan realidad. No encontraras a otro hombre como yo -un poco de publicidad en estos casos siempre viene bien- pero no. Le rogué y le rogué y nada de nada.
Y mientras le rogaba, se levantó de su asiento, recogió su bolso, y se fue hacia el fondo del avión echándome una mirada tan fría como un témpano de hielo. Las polacas, por lo visto, son expertas en arrojar ese tipo de miradas.
Después, por mucho que lo intenté, no me volvió a dirigir la palabra.
¡Qué iluso! Por un momento llegué a pensar que mi vida, de cintura para abajo, había quedado solucionada. O al menos por una buena temporada. Pero el destino quiso vengarse de mí.


6 comentarios:

  1. Jajaja, que bueno..hay que ir con la verdad por delante cueste lo que cueste. Buena historia y mejor reflexión.....

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  2. Ay que ver para una vez que dices una mentirijilla...
    Ea para la proxima aprendes ehhh o no.
    Besitos

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    1. Que bonito diminutivo "mentirijilla" me encanta su sonoridad. Un abrazo, Inma.

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  3. Lo mejor, siempre la verdad....

    Pero habrá mas oportunidades . Ya lo verás.

    Un abrazo.
    Un abrazo.

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    1. Lo bueno es que nuestros personajes siempre tienen más y más oportunidades, tantas como nosotros tengamos ganas de escribir. Un abrazo, Amalia.

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